Debemos reconocer que todos hemos dicho alguna vez: “¿Por qué? ¡No es justo! ¿Cómo pudo suceder…?” “¿Por qué permite Dios algo tan cruel? Estas preguntas sin respuesta o con respuestas equivocadas son la base sobre la cual algunas personas niegan la existencia de Dios o rechazan su bondad, o ambas cosas. Gracias a Dios que nos ha dado la verdad sobre este asunto a través de Su Palabra y nos ha revelado la manera en la que Él trata con los seres humanos.
Pero definamos un poco lo que es la maldad para entender mejor de donde viene el sufrimiento.
La maldad es la corrupción del bien, es aquello que provoca el mal. La maldad es la decisión moral de hacer lo malo en vez de hacer lo bueno, lo cual surge de la impiedad del carácter y esto representa una violación a la voluntad de Dios.
Dios jamás puede provocar el mal. Dios no puede hacer nada que contradiga Su carácter. La Biblia nos enseña claramente que Dios es bueno.
“Oh Dios, la maldad no te agrada; no puedes tolerar los pecados de los malvados”. (Salmos 5:4)
Entonces, si es verdad que “la vida está llena de sufrimiento y luego viene la muerte”, ¿cuál es el propósito para vivir? Esta vida es el campo de entrenamiento para la vida que sigue, para la vida eterna que durará por siempre. Dios usará los sufrimientos de nuestra vida terrenal para nuestro bien eterno si decidimos confiar en él.
Dios siempre tiene un propósito para el sufrimiento. En ocasiones:
― Permite el sufrimiento para descubrir nuestro pecado.
― Lo permite para edificar nuestro carácter.
― También lo permite para producir un bien mayor.
― Lo permite para cambiar nuestra perspectiva de las cosas.
― Él también lo permite para bendecir nuestro futuro.
Su sufrimiento podría ser resultado de las consecuencias de algo de lo que usted no es directamente responsable. Reconozca que en un mundo pecador, tanto los buenos como los malos van a sufrir.
“…Pues él da la luz de su sol tanto a los malos como a los buenos y envía la lluvia sobre los justos y los injustos por igual”. (Mateo 5:45).
La maldad siempre se opone a la bondad. La naturaleza de la maldad es hacer daño y destruir a todo aquel que hace el bien. La única paz verdadera que podemos encontrar en medio del sufrimiento se encuentra en Aquel que nos ha hecho estar en paz con Dios. A su tiempo, el Príncipe de Paz erradicará todo mal y logrará así la paz total para sus seguidores por toda la eternidad. Él mismo sufrió por hacer el bien. Siendo sus discípulos, habrá tiempos en que también experimentaremos sufrimiento por hacer el bien.
Jesús dijo: “Si el mundo los odia, recuerden que a mí me odió primero… Ya que me persiguieron a mí, también a ustedes los perseguirán. Y, si me hubieran escuchado a mí, también los escucharían a ustedes”. (Juan 15:18, 20)
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