Sección I
Sección II
Referencias bíblicas: Citas bíblicas tomadas de la Reina-Valera 1960.
¿Por qué es tan difícil perdonar?
La gente no puede perdonar a los demás por varias razones. Por ejemplo, cuando el que nos ha ofendido es un amigo, el perdón puede hacernos sentir humillados. Por otro lado, el no perdonar nos puede hacer sentir emocionalmente más importantes. Por lo tanto, podría ser que en ese caso la falta de perdón hacia el amigo que nos ofendió sea por causa del orgullo. La Biblia lo establece de la siguiente manera.
Proverbios 18:19 “El hermano ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte”.
Los obstáculos del perdón
No haber tenido un ejemplo de perdón por parte de los padres
—“No sé cómo perdonar”.
Negar que hubo una ofensa
—“No quiero pensar en ello”.
Temor a responsabilizar al culpable
—“En realidad es mi culpa”. (Esta manera de pensar nubla la realidad y el dolor que sentimos por haber recibido una ofensa).
No sentir que puede perdonarse a sí mismo
—“Si no hay misericordia para mí, para ti tampoco”.
No haber recibido perdón por sus ofensas pasadas
— “A mí no me perdonaron, ¿por qué tengo que hacerlo?”
No entender el perdón de Dios
— “Dios nunca me perdonará por esto, yo tampoco perdonaré”.
Creer que la amargura es la respuesta normal a la traición
— “Dios sabe que mis sentimientos son normales”.
Pensar que el perdón es justificar un comportamiento injusto
— “¡No puedo aceptar que lo que hizo está bien!”
Requerir una disculpa o una muestra de arrepentimiento
— “No puedo perdonarlo porque no está arrepentido por lo que hizo”.
Tener un sentido de poder al no perdonar
— “¡La persona necesita reconocer lo mal que actuó!”
Rehusarse a dejar ir el deseo de venganza
— “Debería pagar por lo que hizo”.
Albergar un corazón orgulloso y endurecido que se convierte en una barrera espiritual —“Me rehúso a perdonar”.
¿Cómo contribuye la necesidad de justicia a la falta de perdón?
Nos sentimos llenos de ira ante la injusticia. La demanda de justicia es común a todo ser humano. Es decir todos, excepto el culpable, están esperando que se haga justicia. El clamor del malhechor no es por justicia, sino por misericordia.
Salmos 51:1 “Ten piedad de mí, oh Dios, conforme a tu misericordia; Conforme a la multitud de tus piedades borra mis rebeliones».
Pero, ¿por qué la necesidad de que se haga justicia es tan fuerte y natural, y por qué el perdón es tan difícil y va contra nuestra naturaleza humana?
Hay al menos tres razones:
- Dios ha implantado en el corazón de cada ser humano un sentido de lo que es bueno y lo que es malo. Por tanto, sentimos la imperiosa necesidad de que se haga justicia cuando nos han dañado.
Romanos 2:15 “Mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones [aun en los corazones de los paganos].”
- Con base en la ley, parece que el perdón es inapropiado y anti-natural.
Deuteronomio 19:21 “Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie».
- Ya que Dios es un Dios de justicia, alguien tiene que pagar. Ese alguien fue Jesús. Su muerte en la cruz satisfizo la justicia de Dios. (Romanos 3:25-26). De la misma manera en que Dios tuvo que satisfacer su justicia con la muerte de Cristo en la cruz, ¿no deberíamos esperar nosotros que se hiciera justicia antes de otorgar misericordia y perdón?
La verdad es que aunque todos deberíamos enfrentar la justicia de Dios, Jesús se hizo pecado por las malas obras de todos. Los gobiernos tienen que impartir justicia, pero los individuos debemos extender misericordia. Tenemos que dejar la justicia individual en manos de Dios. La Biblia nos exhorta:
Lucas 6:36 “Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso».
Las fortalezas espirituales
Si el enemigo gana una batalla en la guerra, significa que ha ganado territorio. El enemigo ha tomado parte de su territorio. Con esa ventaja, ahora él tiene una base segura desde la cual puede seguir avanzando.
Si nos han lastimado y como resultado hemos albergado ira en el corazón, debemos darnos cuenta de que ese enojo no resuelto puede ser una victoria del enemigo. La Biblia dice:
Efesios 4:26–27 “Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo”.
¿Cómo se establece una fortaleza espiritual?
- Cuando decidimos no perdonar al ofensor, albergamos enojo no resuelto.
- El enojo no resuelto le permite a Satanás levantar una muralla en nuestra mente.
- Esa barrera entonces es un lugar fortificado desde donde nos lanza sus “dardos de fuego del maligno”.
- Esos dardos de fuego de acusaciones y falta de perdón continúan ardiendo en nuestro corazón y nos tienen mentalmente cautivos para hacer la voluntad del enemigo.
Hasta este punto estamos sumidos en una batalla espiritual. Para poder ganar la guerra, es necesario reconocer que la batalla por la libertad se lleva a cabo en la mente. Necesitamos llevar cautivo todo pensamiento de falta de perdón y entregar toda ira no resuelta a Dios.
Colosenses 3:8 “Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca”.
La siguiente oración respecto a la guerra espiritual puede ayudarnos a confrontar con honestidad la ira, entregársela a Dios, y quedar libres de esos hábitos tan dañinos.
Oración para la guerra espiritual
“Querido Padre celestial:
No quiero experimentar la derrota en mi vida. Gracias porque Jesús vive en mí y es más grande que Satanás que vive en el mundo. (Lea 1 Juan 4:4)
Sé que he sido comprado con el precio de la sangre de Cristo derramada en el Calvario. Mi cuerpo no me pertenece, es de Cristo. (Lea 1 Corintios 6:19-20)
En este momento, rechazo todo pensamiento que no provenga de ti. (Lea 2 Corintios 10:3-5)
Decido perdonar a los que me han herido y decido asimismo entregar todo mi dolor y enojo en tus manos. (Lea Colosenses 3:13)
Resisto a Satanás y todo su poder. (Lea Santiago 4:7)
Al tomar toda la armadura de Dios, te pido que ates a Satanás y sus fuerzas demoníacas para que no tengan influencia sobre mí. (Lea Efesios 6:11)
A partir de ahora y con el escudo de la fe, rechazaré y derrotaré cualquier pensamiento de falta de perdón que pudiera derrotarme. (Lea Efesios 6:16)
Someto mi vida a tus planes y propósitos. (Lea Jeremías 29:11)
En el santo nombre de Jesús hago esta oración. Amén”.
Si he perdonado una deuda monetaria, liberando así a la persona de pagarme, ¿Dios espera que esa persona pague su deuda por causa de integridad?
Usted no debe esperar que le devuelvan nada si de verdad ha perdonado esa deuda. Sin embargo, Dios sí espera que seamos gente de integridad, es decir, personas que cumplen su palabra, que acatan los acuerdos y cumplen con sus obligaciones. Debemos hacer todo lo que sea posible para evitar contraer deudas que no podamos pagar y pagar todas aquellas que ya hemos contraído. Si usted se había olvidado de una deuda que su deudor ahora sí puede pagarle, el pago debe realizarse como un asunto de integridad. Pero usted no debe esperarlo. Considere las siguientes situaciones:
- Deudor #1
Un amigo suyo le pide prestados $100 y le promete pagar en un mes. Pero tiene un accidente y por causa de una discapacidad pierde su trabajo. No tiene manera de pagarle la deuda. Si usted decide perdonarle su deuda seis semanas después, ¿le debe todavía su amigo?
No, el asunto del pago no es un asunto de integridad delante de Dios, sino un asunto de discapacidad, la falta de capacidad para pagar esa deuda. Dios sabe que hay ocasiones en las que es imposible pagar una deuda. Si luego su amigo puede devolverle lo que le prestó, sea $1.00 o $10.00 a la semana, él tendrá que hacerle el ofrecimiento de pagar conforme vaya pudiendo. Si usted le reitera que no debe sentirse obligado a pagarle, entonces con una profunda gratitud él debería aceptar su generosidad como un regalo de gracia.
- Deudor #2
Un amigo suyo le pide prestados $100 y le promete pagar en un mes, pero no hace ningún esfuerzo por devolverle el dinero. Después de seis meses, usted decide perdonarlo. ¿Está todavía obligado su amigo a pagar?
No, no le debe el pago de esta deuda porque usted lo perdonó. Sin embargo, una persona de integridad querrá pagar esa deuda. Aunque empiece a pagarle $1.00 o $10.00 a la semana, el pago se debe hacer por asunto de integridad delante de Dios.
Es interesante que de acuerdo a la Ley, los israelitas estuvieran obligados a cancelar todas las deudas al final de cada setenta años. Si mantenemos una expectativa de pago de deuda por mucho tiempo y esa deuda no se paga, podríamos amargarnos y tal amargura afectaría a todos los involucrados. (Hebreos 12:15).
Sección III
Causas de la Falta de Perdón
- Estudiando acerca de los obstáculos del perdón, ¿Cuáles de esos obstáculos ha identificado en su vida?
- Describa cómo se establece una fortaleza espiritual, puede usar un ejemplo si prefiere.