El ancla del alma

La esperanza secular está basada en la incertidumbre de los problemas que nuestros valores siempre cambiantes provocan… Leer más

Hacía frío aquel 25 de enero. Dos feroces tormentas ya habían destruido el mástil principal del barco. En el tercer mes de viaje en el océano, una tercera tormenta proveniente del noroeste provocó que los ingleses temieran por su vida, tanto que uno de ellos escribió:  “Era como si la profundidad ya nos hubiera tragado”.

Sin embargo, en ese mismo barco durante esa misma tormenta, un grupo de alemanes cristianos estaban en completa calma citando versículos de los salmos.   Según el joven Juan Wesley, la confianza que mostraban ¡lo inquietaba más que la misma tormenta! ¿Cómo podían tener tal calma cuando el barco en que iban estaba a punto de naufragar? ¿Cómo podían tener paz cuando sus vidas estaban al filo de la muerte? ¿Qué hacía que su esperanza fuera tan férrea y la suya tan débil?…¿Por qué?…

Hace 150 años, esos menonitas experimentaron visiblemente la paz que sobrepasa todo Entendimiento; demostraron su esperanza como si hubieran estado hablando directamente con Dios: “En el día que temo, yo en ti confío” Salmos 56:3 (RVR 1960).

El asunto no era si tenían miedo, sino que daban por hecho que aquél era un día de angustia, pero “en el día que temo, yo en ti confío”.

Sabe, por muchos siglos, las anclas han sido el símbolo de la esperanza. Las anclas son objetos conectados a un bote o barco por medio de una cadena larga o un cable muy fuerte que tiene el propósito de mantenerlo en un lugar.

El ancla es al barco lo que la esperanza es al corazón. Ambos estabilizan cualquier cosa que necesite asegurarse en medio de las tormentas de la vida. Todo creyente ha recibido una firme ancla en la persona de Cristo.

Para saber si tiene ancla confiable, debe saber dónde está su esperanza… o tal vez,  “su desesperanza”.

La esperanza secular está basada en la incertidumbre de los problemas que nuestros valores siempre cambiantes provocan.  La desesperanza es la total desesperación porque no se cumple una expectativa de bienestar o éxito. Es un desaliento  o estar lejos de toda esperanza.

Mientras que el significado bíblico de la esperanza es un anhelo optimista acompañado de la seguridad de su cumplimiento. Esta esperanza está garantizada y no está sujeta a cambio, sino que está anclada en nuestro inmutable Salvador y Señor.  Esta esperanza se teje firmemente en las promesas de un Dios que no cambia.

Reflexione ahora, ¿Está anclado en la esperanza? o ¿Vive en continua desesperanza? 

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